Meses atrás, otra entidad financiera fue víctima de una defraudación por 5.000 millones.
Casos como este son aislados y desconocidos por el público en general, pero son ejemplos claros de que la banca es un 'imán' para la delincuencia en todo el mundo, que siempre está intentando violar los esquemas de seguridad de las entidades financieras.
De hecho, hay redes internacionales especializadas en defraudar bancos, pero éstos permanecen siempre alerta para evitar ese tipo de hechos. Además de sus esquemas de protección tecnológica, los bancos cuentan con pólizas mundiales de seguros que cubren todo tipo de hurtos, para que los clientes no se vean afectados.
Pero más allá de los esquemas de seguridad también están los sistemas de investigación, cada vez más especializada para 'cazar' a las bandas criminales.
Hoy, para investigar un hurto bancario se utilizan incluso las mismas técnicas diseñadas para descubrir criminales que cometen delitos sexuales o de sangre.
El propósito es reconocer patrones de comportamiento de personas dedicadas a cometer fraudes y construir perfiles aproximados.
Uno de los sistemas es la auditoría forense
Este se aplica en varios países, pero en Colombia apenas se está desarrollando, dice Braulio Rodríguez, director del Departamento de Ciencias Contables de la Universidad Javeriana.
Por eso se creó el Centro de Investigación Javeriano de Auditoría Forense (Cijaf), que es un equipo de profesionales de varias disciplinas encargado de desarrollar nuevos sistemas de investigación de fraudes financieros.
La auditoría forense implica investigaciones a fondo de los elementos o pistas que dejan los delincuentes y sirve para analizar documentos, posibles firmas falsas y operaciones o movimientos irregulares, entre otros, que sirven para resolver un caso.
Con base en estos criterios, el psicólogo Iván Galvis realizó lo que se conoce como un 'análisis conductual forense' sobre el delito financiero.
Esta técnica es complementaria a las investigaciones convencionales, especialmente cuando éstas llegan a un punto ciego que impide solucionar los casos.
La técnica desarrollada permitió descubrir, por ejemplo, que un cajero de un banco era el cerebro de una red de delincuentes que cometía fraudes en una entidad bancaria en el norte de Bogotá.
El individuo era una persona que se caracterizaba por ser la más colaboradora y eficiente, además de mostrar un alto nivel de inteligencia entre sus compañeros.
Galvis dice que estos rasgos no pueden ser el criterio para generalizar un perfil determinado de delincuente, porque se cae en el riesgo de estigmatizar injustamente a determinadas personas.
"Cada caso es único e irrepetible, pese a que puede haber similitudes entre algunos de ellos", dice. Agrega que los resultados de la técnica pueden llevar a pruebas irrefutables para ser presentadas en procesos penales.
El caso del cajero amable
La historia del cajero de una entidad financiera -muy amable y colaborador- resultó ser un fraude que se cometía con tarjetas débito de cuentas pertenecientes a ahorradores con baja frecuencia de retiro de fondos.
Una de las personas afectadas denunció ante la Policía el hurto de una suma importante de dinero en su banco. Resultó que la queja no era aislada y que otros clientes de la entidad también fueron víctimas de robo. Se determinó que los ahorradores afectados hicieron operaciones en una misma oficina, en una misma caja y siguieron instrucciones especiales del cajero.
Los investigadores armaron un perfil detallado del sospechoso, investigando la manera de actuar y otras señales muy particulares de su vida personal y laboral para acusarlo.
FERNANDO GONZÁLEZ P.
REDACCIÓN DE ECONOMÍA Y NEGOCIOS
F eltiempo.com
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